CUANDO LA IGNORANCIA SE VISTE DE CIENCIA



Desde el Colegio Argentino de Ingenieros de Minas (CADIM), institución con más de 60 años de existencia y que cuenta entre sus asociados con casi 600 profesionales, vemos con profunda preocupación un documento que está circulando en la provincia de Chubut, suscripto por “trabajadores/as de instituciones académicas científico-tecnológicas productoras de conocimiento” (1) conforme su propia denominación. Al leerlo observamos aseveraciones falaces, carentes de sustento científico tecnológico, apocalípticas, con el objeto de provocar miedo en la sociedad tratando de impedir el desarrollo de la actividad minera en esa provincia.

Leemos términos como destrucción, contaminación química, afectación del recurso hídrico, afecciones a la salud; mencionando estadísticas imaginadas y conceptos que procuran asustar a los ciudadanos chubutenses. Estadísticas inventadas, frases sin respaldo técnico, sin bibliografía ni citas científicas que las avalen: fue lo que firmaron.



Desde el CADIM, con datos ciertos, comprobables y conocimientos sostenidos por la ciencia, ofrecemos un señalamiento sobre los mitos y mentiras utilizados en el documento.

Realidades como las de las provincias de San Juan, Santa Cruz, Jujuy o Catamarca desmienten de plano lo que afirmaron. En ellas la actividad minera representa un porcentaje importante de su PBG, desnudando claramente que la intención del documento es mantener a Chubut sumida en la pobreza, el desempleo y con permanentes conflictos sociales. Conflictos protagonizados por hombres y mujeres desesperadas que no tienen forma de alcanzar el sustento para su grupo familiar. Como contracara quienes les mienten reciben tranquilos, cada mes, un muy buen sueldo de la nación que surge de los impuestos que pagamos todos los argentinos, incluso suman otros como docentes.

Utilizan la palabra “Dinamitar” con clara intención de generar miedo, sin conocer las prácticas actuales. La dinamita, inventada por Alfred Nobel, en el año 1866, y cuya fundación sigue aportando fondos para el prestigioso Premio Nobel, se dejó de usar en minería hace muchos años. Productos más efectivos, más seguros y con escasa huella ambiental, son los mismos explosivos para uso civil, utilizados en construcción de carreteras, diques secos, túneles viales o ferroviarios, incluso en implosión controlada de grandes y antiguas edificaciones en ciudades de todo el mundo.

El supuesto daño que producirían los reactivos empleados en minería no excede el riesgo que existe con los mismos químicos y otros, que son usados en diferentes actividades, incluso en diarias aplicaciones domiciliarias. Para las industrias, existen protocolos de manejo, de empleo de equipos de protección personal y de acción frente a contingencias, como ocurre en el petróleo, la metalurgia, la construcción, la producción de aluminio, por mencionar algunas. La afirmación referida a la supuesta comprobación de afecciones a poblaciones cercanas a la actividad minera no está documentada, pero podemos asegurar que localidades como Puerto San Julián, Gobernador Gregores, Puerto Deseado, Río Turbio, 28 de noviembre y Perito Moreno en Santa Cruz; Iglesia, Rodeo, Malimán, Tudcún, Colanguil, Las Flores, Jáchal, Niquivil, Pampa Vieja, Huaco y Calingasta, Tamberías, Barreal, Puchuzún en San Juan; o Pirquitas, El Aguilar y la Puna en Jujuy, citando pueblos próximos a explotaciones mineras: no acreditan problemas de salud alguno. No sólo no existe documentación, tampoco evidencia manifestada por los medios de comunicación al respecto, mucho menos por prestadores de salud, gobiernos o los mismos pobladores que, supuestamente, son perjudicados por la actividad. Vale aquí mencionar la escandalosa denuncia efectuada por el cineasta Pino Solanas, que al igual que lo que se pretende instalar ahora en Chubut, con igual metodología, denunció el aumento de cáncer y otras enfermedades en Andalgalá y pueblos cercanos a la mina
 
Bajo de la Alumbrera. Un estudio científico llevado adelante por la FUNCEI, instituto médico presidido por el prestigioso infectólogo argentino de reconocimiento mundial, el Doctor Daniel Stamboulian, determinó que no sólo el cáncer en Catamarca era menor que la media nacional, sino que también en la región oeste donde está la mina, era aún menor que el de la media provincial; y que ninguna enfermedad podía imputarse a la actividad minera (2).

El drenaje ácido, tanto de mina (DAM) como de roca (DAR), es un fenómeno natural que se produce por una concurrencia en simultáneo de factores químicos y ambientales, y no por la presencia de una explotación minera.

No podemos dejar de sorprendernos con el párrafo que expresa: “Hasta la fecha no existen registros de pueblos mineros sin daños registrados por contaminación de suelos y de cuencas hidrológicas, emisiones gaseosas o polvo tóxico en el aire, afectación a salud humana y a la diversidad biológica”. Tal aseveración no hace más que sembrar el pánico entre personas que sólo anhelan vivir mejor, en base a una mentira carente de sustento científico y de dato estadístico fidedigno alguno. Sólo pretenden quitarles civilización y futuro a poblaciones cuyos habitantes no tienen hoy otra posibilidad que la de obtener algún empleo público mal remunerado, o un precario plan social.

Estas afirmaciones sobre daños por contaminación también son falsas y fácilmente se demuestra lo contrario. Resulta satisfactorio observar, como la fauna autóctona comenzó a recuperarse dentro de las propiedades mineras. Ejemplares de liebres, chinchillas, guanacos, suris y vicuñas repueblan las áreas que pertenecen a las empresas, datos que no solo se perciben a simple vista, sino que se “miden”, partiendo de los estudios que biólogos y especialistas realizan en flora y fauna, cuyos informes conforman las Líneas de Base exigidas por la ley 24.585 en la presentación de un Impacto Ambiental Minero. Estudios previos al inicio productivo, que cada 2 años deben actualizarse, audiencias públicas que son realizadas previas a su aprobación, y poblaciones participando en tareas de medición de parámetros controlando todo tipo de emisiones en lo que se conoce como “monitoreos participativos”: forman parte de una práctica generalizada y habitual en los desarrollos mineros.

Los supuestos impactos ambientales de la minería subterránea tienen sus mejores exponentes en las antiguas explotaciones de Castaño Viejo, Marayes y Hualilán o Gualcamayo y Casposo en San Juan, Sierra Grande en Río Negro, y en las históricas y aún vigentes Mina Aguilar en Jujuy, Farallón Negro en Catamarca, donde el paisaje, los cursos de agua o el entorno poblacional, permanecen sin afectación alguna. Algunas de las minas mencionadas son explotaciones casi centenarias. Además, los estudios geológicos con la aplicación de nuevas tecnologías y materiales para la minería subterránea logran una mínima “alteración de la estructura interna de la corteza terrestre”, al lograr una excelente estabilidad geo-mecánica, logrando una operación cada vez más segura.

Con respecto a la malintencionada imputación sobre el excesivo consumo de agua dulce, como venimos explicando, la industria minera no utiliza ni el 1, 5% del consumo que tiene la actividad agrícola, en una provincia minera como San Juan. Nuevas técnicas de recuperación y reutilización del agua necesaria para la obtención del mineral valioso en un circuito cerrado lo hacen posible. Ese empleo más insignificante aún frente al agua disponible, en el caso aludido, representó para el año 2015 un aporte del 18%, en el PBG de la provincia, calculado con un precio del oro muy por debajo del que tiene hoy (3).

Además, las autoridades provinciales a través de sus dependencias locales, (como es el caso del Instituto Provincial del Agua en Chubut), y por medio de sus equipos profesionales, 
estudian, regulan y controlan el uso y calidad de agua, y son las que autorizan un determinado consumo para cada actividad. Este permiso acota específicamente qué cantidad de agua ocupará determinado proyecto, cuanto pagará por cada metro cúbico empleado, con qué instrumentos calibrados se medirá, cada cuánto se debe informar el consumo, y se establecen multas por incumplimiento y hasta la posibilidad de paralizar la actividad en el proyecto. Todo esto se define previa autorización del Informe de Impacto Ambiental, y se controla periódicamente. En una zona desértica la tasa de riego autorizada es 0,50 lts./seg./hectárea (4), y a modo de ejemplo, las autoridades de Jujuy autorizan a Mina Pirquitas, que es la principal exportadora de esa provincia, un uso de agua de 100 lts./seg. , equivale a regar una finca de 200 hectáreas.

En lo que respecta al cianuro, su transporte y su utilización por parte de la industria minera, debemos destacar que en Argentina todas las empresas mineras que emplean este reactivo cumplen con los protocolos establecidos en el Código Internacional de Manejo de Cianuro (5), tanto en su transporte, almacenamiento, manejo, recuperación y degradación final del mismo

Para referirnos a la aviesa afirmación referida a los supuestos daños sobre la salud y el desarrollo de los seres humanos que produce la Industria Minera, en particular de los niños, a este grupo de científicos e investigadores en otras artes les sugerimos una vez más la lectura del informe científico elaborado por la FUNCEI, “Evaluación del Estado Sanitario en Zonas de Actividad Minera en Catamarca” (2). Sus sosas consignas políticas hablan del abandono de la ciencia y de la verdad.

Toda la enumeración realizada respecto de los supuestos impactos negativos de la minería, estudiados por el Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina es digna de una película de ciencia ficción, y traen consigo una elevada carga de desprecio social hacia los habitantes de pueblos y regiones donde hoy se desarrolla la actividad minera. Estos han visto nacer o fortalecer servicios educativos, de salud, internet, la infraestructura vial, energética, de saneamiento hídrico y ambiental, tuvieron acceso a mejores ingresos, vestimentas, alimentación, esparcimiento y muchos otros beneficios para los trabajadores y sus familias. Es una muestra del verdadero interés, unilateral y egoísta, de quienes firmaron y difundieron este escrito, engreídos con derechos para subestimar, menospreciar y desconocer la capacidad arraigada en nuestros pueblos autóctonos. En nuestro país el desarrollo de la industria minera permitió el crecimiento de miles de emprendedores locales; significó también ver a familias que, con un excelente ingreso, pudieron ver concretado en sus hijos el acceso a un título universitario, título que la pobreza, la falta de compromiso social y la insolidaridad: históricamente les negó.

Riqueza natural es sinónimo de fortuna y no de desgracia. La experiencia de Suecia, Finlandia, EEUU, Canadá y Australia, Chile o México en occidente apostaron a la Continuidad del Desarrollo donde una política de Estado en la que seguridad jurídica, presión tributaria competitiva, cuidado ambiental y claros beneficios para los habitantes de la región en que se desarrolla la industria minera, permiten alcanzar los objetivos del Desarrollo Sostenible, tal cual lo plantean los 17 objetivos de la UNESCO en su agenda 2030 elaborada en el 2015.
El inicio de una mina es actor esencial para impulsar actividades productivas tradicionales. La demanda que genera desde un principio tanto para las necesidades de los propios trabajadores como para la provisión de bienes y servicios que se requieren para la operación. Traccionan alimentos, vestimentas, mantenimientos, talleres tecnológicos, reparaciones de equipos especiales, medición de emisiones, transportes, comunicaciones, alojamientos y otras múltiples actividades, y que continúan en el tiempo más allá de que un yacimiento se agote. Como señala Bulnes (6), “Suele suceder que un recurso renovable, como el maderero o el pesquero, se convierta en agotable cuando se regenera a una velocidad menor que su consumo, y por eso se suele hablar de especies en extinción (nótese que nunca se ha oído de minerales en extinción). Por el contrario, un recurso que en teoría es agotable se transforma prácticamente en inagotable cuando, como ha
 
ocurrido en la minería, se descubren nuevas reservas una y otra vez gracias a la exploración”. La continuidad del desarrollo enseña que a un yacimiento que se agota lo siguen, otros y otros sucesivamente, como es muy fácil de comprobar.

Las mineras ocupan un importante porcentaje de operadores de una provincia y locales (ejemplos como Mina Pirquitas en Jujuy, donde el 45% del personal es de comunidades cercanas y el 36% del resto de la provincia de Jujuy, dando un total de 81% de empleados de esa provincia), lo que representa un buen ejemplo. Se debe trabajar en una buena distribución de ingresos para la provincia, concientizar al empleado para que sepa administrar su sueldo, con proyección a futuro, con educación para sus hijos, inversiones locales, PyMEs en turismo, gastronomía, transporte, entre otros rubros.

Pensar que una comunidad no debe o no tiene la capacidad para interrelacionarse con personas de otras culturas viendo la inter-relación como “invasión”, riesgo de “enfermedades sociales”, o “redes de tratas”, muestran una total falta de respeto por quienes la pueblan. Las prefieren sumergidas sin oportunidades, sumergidas en una pobreza sin fin.

Copiar y pegar un texto de una organización latina, generalizando disímiles situaciones, diversas idiosincrasias, culturas, historias económicas y contextos sociopolíticos, planteando riesgos de “conflictividad social”, “persecución”, “amenazas”, “¡¡¡militarización!!!”, como calibre para cimentar sus ideologías; demuestran elitismo y mala intencionalidad. Esto no se tapa agregándole a sus firmas un título profesional, por el contrario, los imputa.

Delirar sobre que eso pueda ocurrir en la despoblada meseta, habla de ese desprecio elitista para con los sufridos habitantes de Chubut que todavía la habitan, que se resisten a abandonar la tierra de sus bisabuelos, aunque desde 1947, hayan perdido ya a más de la mitad de sus habitantes. Repulsa que extienden hacia pequeñas comunidades argentinas como El Aguilar, Pirquitas, Chinchillas, Caucharí-Olaroz, Puerto San Julián, Río Gallegos, Perito Moreno, Gobernador Gregores, Deseado, Río Turbio, 28 de noviembre, Iglesia, Rodeo, Malimán, Pismanta, Tudcún, Colanguil, Calingasta, Barreal, Tamberías, Jáchal, Huaco, Belén, Santa María, Hualfín, Malargüe, que viven o quieren vivir con dignidad, y tienen en la Industria Minera, el verdadero tractor hacia el desarrollo y su propia sustentabilidad.

En la parte final del documento se cita “La salida a la crisis provincial histórica agravada por la pandemia debe incluir todas las voces, fortalecer y diversificar las economías regionales, tradicionales o innovadoras que permitan que cada comunidad (rural o urbana) tenga asegurada la salud y el trabajo de las generaciones futuras”. Todo eso sólo lo garantiza el aprovechamiento de la riqueza mineral, es más, no hay industria más innovadora, que aplica nuevas técnicas de trabajo, capacitando a sus empleados para mejorar resultados alivianando tareas de la mano de la automatización, mejorando la calidad de vida de las familias de la región, accediendo un mayor confort habitacional, buena alimentación y mejora sustancial en los servicios de salud y educación. Algunos jóvenes se convierten en primera generación universitaria y otros acceden a un trabajo soñado en su remuneración, evitando que emigren despoblando los paisajes que los vieron crecer.

Finalmente, al ser las provincias las dueñas de la riqueza mineral, es función de sus instituciones decidir su utilización, diseñar un mejor futuro posible, mejor, en lugares donde la minería se presenta como la mejor alternativa para el desarrollo regional, en áreas históricamente sumidas en el atraso y la pobreza.
 
Queda expuesto en ese documento la actitud panfletaria de los firmantes de un escrito que nos agravia a quienes estudiamos en universidades públicas, trabajamos en cada mina de nuestro país, enseñamos y soñamos con que la industria minera, a la que conocemos plenamente, se convierta en un factor de desarrollo como lo fue y es para Canadá, Australia, Estados Unidos, Suecia, Finlandia, Inglaterra, Francia, Alemania, México, Chile, Perú, Brasil, Colombia, China, Kazajistán, Corea del Sur, Nueva Zelanda o Sudáfrica. La utilización de los metales posibilitaron la civilización,  son irremplazable para detener una pandemia como para enviar una nave al espacio; para construir una casa o para escribir, imprimir y difundir incluso un líbelo que hace aflorar lo peor; para comunicarnos y lograr una cómoda ambientación; vestirnos; poder potabilizar el agua que nos da vida y beberla sin temor; tratar alimentos quitando riesgos biológicos y extendiendo su duración; enfrentar con éxitos los desafíos del cambio climático. Hoy la Industria Minera se hace indispensable también para forjar Justicia Social en Chubut y en buena parte de la República Argentina.

Ing. Francisco ALMENZAR Presidente CADIM

REFERENCIAS
1) En cursiva se colocan expresiones escritas por “profesionales, académicos e investigadores” sin conocimientos curriculares competentes en minería, de la provincia de Chubut.
2) Programa de evaluación del estado sanitario en zonas de influencia de actividad minera en la provincia de Catamarca. Fundación Centro de Estudios Infectológicos (FUNCEI). Buenos Aires, Argentina (2010).
3) Impacto económico de la actividad minera. Dirección de Economía Minera. Ministerio de Energía y Minería. Marzo 2018.
4) El agua en la provincia de San Juan. INTA-UNSJ-CRAS. Ing. Gerardo Salvioli (2012).
5) www.cyanidecode.org
6) Ossa Bulnes, José Luis, Regalías a la minería en Chile y Perú. Lima (2003)

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